lunes, 19 de diciembre de 2016

Especial Selectividad - Arquitectura: Juan de Villanueva. Escultura: Canova. Pintura: David.


LA ARQUITECTURA: JUAN DE VILLANUEVA

Juan de Villanueva, madrileño, es el prototipo de arquitecto neoclásico europeo. Se formó en la Academia de San Fernando. Amplió estudios en Italia con una beca, de donde volvió empapado de las teorías de las teorías de Palladio. Y volvió a España dispuesto a ejercer su oficio.

Tras su regreso, es nombrado arquitecto del monasterio de El Escorial. En función de su cargo, diseña La casita de arriba y La casita de abajo o Casita del Príncipe, dos villas para los hijos de Carlos III en la sierra madrileña. Ambas sirvieron a los infantes para celebrar reuniones y coleccionar antigüedades.

Las obras fueron del agrado del rey, lo que llevó a ser ascendido a director general de la Academia de San Fernando. Villanueva realiza entonces tres importantes obras en Madrid capital:

  1. El Palacio de las Ciencias (hoy, Museo del Prado).
  2. El Observatorio Astronómico.
  3. El Cementerio general del Norte (hoy desaparecido), el primero diseñado en España de acuerdo con los fines ilustrados de la salubridad pública.
En todos ellos, Villanueva plantea pórticos hexástilos, tomados de Palladio.


LA ESCULTURA: ANTONIO CANOVA

El italiano Canova es el más importante escultor del neoclásico y uno de los más brillantes de la historia de la escultura.

Hijo y nieto de canteros, desde muy pronto rechazó la idea de que era un artesano sometido a las normas del gremio, y defendió su categoría de artista creador. Así lo acredita su obra Dédalo e Ícaro: una alegoría de la escultura, donde, bajo los pies de Dédalo, descansan las herramientas del oficio, mientras Ícaro se pega las alas de cera que le permiten volar.

A continuación, desarrolla cuatro obras que muestran su interés por la escultura antigua: Teseo y el Minotauro, Amor y Psiquis abrazados, Hércules y Licas, y Perseo con la cabeza de Medusa.

Otra clave de su estilo es la calidad sensorial que transmite a las estatuas, apoyada por un lustroso acabado que luego patinaba con piedra pómez. Demuestra Canova que la frialdad que tradicionalmente se ha adjudicado a la estatuaria neoclásica es falsa.
En la Basílica de los Santos Apóstoles (Roma), realizó los sepulcros de los papas Clemente XIII y Clemente XIV. Su éxito le lleva a Viena, donde labra el Monumento funerario de María Cristina de Austria. Tiene ya abiertas las puertas de todas las cortes europeas.

En 1802, acude a la llamada de Napoleón. En París, retratará al emperador, a su madre y a su hermana Paulina Bonaparte Borghese, a la que representa recostada en un diván, imitando a una Venus victoriosa. Es esta, sin duda, su obra maestra, en la que aparece reflejada toda una época bajo la sensualidad del cuerpo femenino.

A la caída de Napoleón, regresará a París, como enviado del Papa, para recuperar las obras de arte que había expoliado el emperador de los franceses.

En 1815, los ingleses lo llaman para pedirle opinión sobre los mármoles del Partenón que recientemente habían sido trasladados al Museo Británico. Le impactaron tan vivamente que llegó a declarar que “los mármoles de Fidias son verdadera carne”. Bajo este efecto, realiza Las Tres Gracias.

El último gran encargo internacional le llega, nada menos, que de Carolina del Norte. Se trata de una escultura de G. Washington, entrega en 1821, poco antes de morir. El primer presidente norteamericano aparece, vestido como un emperador romano, en el momento de su renuncia al poder; es un homenaje a la honestidad y virtud el pueblo americano. Un incendio destruyó la obra, que se conoce por una copia en yeso conservada en el Gipsoteca de Possagno.


LA PINTURA: JACQUES-LOUIS DAVID

David (París, 1748 – Bruselas, 1825) representa al pintor político comprometido con la
Revolución francesa y con Napoleón.

En 1785, pinta en Roma El juramento de los Horacios, que se convierte en modelo para la pintura neoclásica posterior:

  1. Representa la promesa que hacen los tres hermanos Horacios, designados a suerte entre los romanos, paras enfrentarse a otros tantos albanos y decidir en combate el futuro de Alba y Roma, que se encontraban en guerra.
  2. David se centra en el momento en que los Horacios reciben las espadas de su padre, comprometiéndose a defender la patria con la vida.
  3. El cuadro glorifica las virtudes del patriotismo y sacrificio, pero lo que llamó la atención de sus contemporáneos fue el abandono de la narración literaria de la historia para centrarse en la expresión pasional de un momento dramático.
  4. Técnicamente, abusa del claroscuro; y coloca a los personajes en un mismo plano, lo que puede verse como una influencia de los bajorrelieves clásicos.
Vuelve a París convertido en un héroe. Y pinta otro cuadro de inspiración clásica, esta vez griega, La muerte de Sócrates, en la que el filósofo aparece a punto de beber la cicuta rodeado
de doce discípulos (como Cristo en la última cena). La injusticia de la condena puede ser puesta en relación con los mártires políticos de la Revolución francesa.

Cuando estalla la Revolución, David es elegido diputado, lo que lleva a estar en la sesión que decidió la condena a muerte de Luis XVI. Su pintura comienza a verse como signo de los nuevos tiempos. De 1793, es su cuadro Marat asesinado.

Sus pinturas sirven también para que se vayan imponiendo las nuevas modas: peinados cortos y sueltos en los hombres, túnicas a la romana para las mujeres y muebles de diseño clásico. Es significativo, en este sentido, el retrato de Madame Récamier, que anticipa la Paulina Borghese de Canova.

Caído Robespierre, fue encarcelado. Tras su liberación, puso su arte al servicio de Napoleón:
  1. Napoleón cruzando los Alpes.
  2. La coronación de Napoleón en Notre-Dame.


Fuente: Apuntes de Antonio Calero.

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