lunes, 18 de mayo de 2015

La invención arquitectónica del gótico: La Bóveda de Crucería

En 1250, el arte Europeo fue totalmente transformado en lo que ahora apreciamos como el arte gótico. Este estilo de arquitectura tiene tres períodos: "Transición del románico al gótico, siglos XII y XIII; apogeo siglos XIII y XIV, y decadencia siglos XV y XVI". De éstos, el período que quizás es más difícil de entender, es el período de transición. Primero, el estilo gótico es como una continuación del románico. Esto causa conflictos cuando alguien quiere distinguir el final del románico y el empiezo del gótico. Segundo, muchos monumentos tienen rasgos esenciales de ambos estilos. Por esta razón, muchos de estos monumentos no tienen su propio estilo, y existen conflictos sobre cual estilo realmente domina la obra.

La arquitectura es lo que mejor define al gótico, en rigor de ella nace el movimiento. Los dos elementos fundamentales de la arquitectura gótica son el arco apuntado u ojival y la bóveda de ojivas o de crucería. Si el románico es un arte clásico, el gótico es por esencia barroco, apasionado, romántico. Por algo fue el predilecto de los románticos del siglo XIX. La arquitectura gótica es infinitamente más complicada que la románica. Corresponde a una época llena de entusiasmos religiosos y de riqueza material. Las Cruzadas han encendido los Espíritus. Los reyes y los eclesiásticos poseen saneadas fortunas; la misma sociedad se ha redimido de la miseria. Hay ya infinidad de municipios, refugio del hombre libre, que se agrupa en gremios fuertemente desarrollados. Como se ve, por todas partes hay indicios de fuerza y de poder. El arte gótico es una consecuencia de esa riqueza.

Al ser el gótico la culminación de la Edad Media emplea las arte plásticas (arquitectura, pintura, escultura) con fines de adoctrinamiento y exaltación de los valores religiosos. Las catedrales se convierten en los nuevos "Evangelios de piedra" que narran con las pinturas, estatuas y vitrales escenas de la vida de Cristo, de la Virgen, de los santos y del Antiguo Testamento.

La gente, por lo regular, tiene una tendencia para disfrutar las cosas que son familiares. En el siglo XIII el estilo familiar era el románico, y por eso, el estilo gótico era identificado como salvaje y bárbaro. La belleza de este estilo no fue realmente descubierto hasta los fines del siglo XVIII.

El estilo gótico usa las ideas de los romanos -como el arco- pero las perfeccionó para hacerlas "mejor" estructuralmente. El resultado es un arco ojival o apuntado que facilitó la construcción de altas catedrales, con sus torres que realmente parecen rascar el cielo.

Aunque el arco ojival es visto por muchos como gloriosamente bello, su función no era tanto para agradar el ojo, sino más bien era estructuralmente necesaria. Además del arco ojival, los contrafuertes también ayudaron a soportar estas inmensas catedrales góticas.

Las catedrales góticas eran los monumentos más altos que se habían construido, y este hecho empezó un tipo de competencia en Europa. Muchos describían estas catedrales como milagros medievales, y entre 1050 y 1350, 80 catedrales de este estilo fueron construidas. Parece que cada rey quería que su reino tuviera la catedral más alta, y construían catedrales inmensas que acababan por derrumbarse. Este fenómeno de fiebre catedralesca culminó en la construcción de muchas catedrales que no tenían uso.

El estilo gótico es muy famoso por sus vidrieras. Estas ventanas grandes tenían la forma del arco apuntado, y permitían que bastante luz entrara a la catedral. Las vidrieras eran un gran contraste para los creyentes que estaban acostumbrados a las ventanas pequeñas del estilo románico. Estas estaban decoradas con historias bíblicas y con otras historias de la vida cotidiana. Otro tipo de ventanas típicas del estilo gótico son los redondeles. Estas ventanas redondas están localizadas arriba de la puerta principal en la fachada de estas catedrales.

Igual que las vidrieras, los redondeles también están decorados con historias y diferentes figuras.

Otro contraste a la simplicidad del estilo románico, es la abundancia de decoración que tiene el estilo gótico. La fachada de las catedrales están repletas con escultura que muchos describen como extravagante por su cuidado en los detalles. Las torres también tienen escultura detallada que no se puede apreciar porque no esta al alcance de los ojos. La razón porque ponían la escultura en las torres era, según un profesor del departamento de bellas artes de la Universidad de Texas en Austin (EE.UU.), "para que Dios la disfrute".

Las plantas de los grandes edificios góticos no fueron muy diferentes de las de las grandes catedrales románicas (tres naves, transepto y cabecera con girola y capillas radiales. En el alzado se respetó la configuración de tres pisos superpuestos. Pero donde la arquitectura gótica es esencialmente diferente a la románica es en el sistema de abovedamiento ya que el románico se emplean pesadas bóvedas de medio cañón sobre arquerías de medio punto que debían soportar inmensos esfuerzos, en colaboración de gruesos muros. El arquitecto románico -como el gótico- buscó también el carácter ascensional del templo y la luz, pero se vio maniatado por los recursos arquitectónicos de que disponía. En su lugar, prefirió centrarse en el orden y la regularidad de las formas para transmitir armonía.

La arquitectura gótica se basó en el arco apuntado y la bóveda de crucería, amén del arbotante.

El arco apuntado nació en el románico de Borgoña. La famosa abadía de Cluny III lo incorpora de manera majestuosa y es rápidamente difundido. El arco apuntado ejerce menos resistencia que el de medio punto al peso superior que soporta y su estilizada figura permite una estética ascensional que será explotada plenamente por el gótico.

El segundo (primero en importancia) elemento esencial de la arquitectura gótica es la bóveda de crucería. Se puede afirmar sin demasiadas vacilaciones que no hay artificio arquitectónico tan polémico, estudiado y analizado como la misteriosa bóveda de crucería gótica.

El uso de bóvedas con nervios de refuerzo ya se usó en el mundo romano y posteriormente en la arquitectura musulmana y lombarda. Sin embargo, se considera que las primeras bóvedas que se pueden precedentes de la futura gótica se desarrolló en el mundo anglonormando (como por ejemplo, la Catedral de Durham y las iglesias de Caen) aunque éstas son sex partitas y los arcos de medio punto. Desde entonces este sistema de abovedamiento transformó el románico dotándolo de una cubrición para el que no estaba preparado y permitió el paso definitivo al mundo gótico puro.

Se ha escrito mucho y de manera opuesta sobre la razón de tal invento.

La bóveda de arista románica es la formada por el cruce perpendicular de dos bóvedas de medio cañón. La bóveda de arista es usada de manera sistemática en el románico, en concreto para cubrir las naves laterales. Básicamente la bóveda de crucería es el resultado del cruce de dos bóvedas de cañón apuntado soportada por dos arcos cruceros diagonales. Para algunos autores -como Marcel Aubert- esta aclaración es primordial: la bóveda gótica no sería una bóveda "con" crucería (los nervios están embutidos en la bóveda y no soportan nada) sino una bóveda "sobre" crucería (los arcos son ajenos a los elementos de las bóvedas que apoya sobre ellos)

Pero aquí empieza la polémica. Para algunos autores y sobre todo para la corriente romántica del siglo XIX que idealiza el mundo medieval y su arquitectura, en especial el gótico, los arcos cruceros realmente soportan el total del peso de la bóveda que se cierne sobre ellos desplazando todo el peso -como cañerías que conducen el agua hasta el desagüe del suelo- a los cuatro puntos de arranque de los mismos. En un sentido literal, este sistema está basado en un equilibrio dinámico complejísimo que fallaría si cualquiera de los sillares de los elementos estuviera mal colocado o, peor aún, si las dovelas de los arcos cruceros se desajustaran.

Para otros autores, sin embargo, la importancia de estos arcos cruceros es muy inferior a la conferida inicialmente. Para ello se basan en la observación de iglesias y catedrales semidestruidas en las guerras europeas donde se pudo comprobar cómo las elementarías que habían perdido los arcos cruceros se mantenían perfectamente estables. Para ello no hay que pensar que uno de los grandes avances de los canteros góticos fue trabajar con gran pulcritud los sillares de los elementos creando piedras de fino espesor y muy ajustados entre sí, que al fraguar la argamasa entre ellos dan como resultado una bóveda relativamente ligera y muy rígida y resistente. Par estos autores, como Paul Frankl, los arcos cruceros no serían otra cosa que la manera de adornar las aristas de unas bóvedas con irregularidades como consecuencia de tener que abovedar tramos no cuadrados o proyectadas desde arcos a desigual altura. En palabras de Bango Torviso, las ojivas son "cimbras monumentalizadas en piedra".

Ello justificaría que en el gótico final se construyeran bóvedas de crucería más complejas y barrocas con nervios de diseño caprichoso alejados completamente de cualquier utilidad arquitectónica y sí meramente decorativa.

Posiblemente entre estos dos extremos esté la verdad. Lo que es claro es que, en conjunto, estas estructuras liberan de casi todo el peso a los muros perimetrales, localizándolo en cuatro puntos determinados. Esto permite desmaterializar los muros mediantes grandes vanos o ventanales con tracerías caladas en las que se encastraron hermosísimas vidrieras coloreadas. Para reforzar los puntos de evacuación del peso se reforzaron los contrafuertes ya usados de manera continua en el románico y sobre todo se empleó el arbotante, verdadero arco de apuntalamiento que conduce el peso soportado por las zonas de sostén definitivamente hacia el exterior del edificio a través de un contrafuerte situado en el exterior coronado por un pináculo.

Tan complejo sistema de esfuerzos y contrarrestos determina completamente el intrincado -y a veces abigarrado- aspecto exterior de las catedrales góticas, repleto de estribos, arbotantes y pináculos. No más sencillas son las fachadas principales. La típica fachada gótica se divide en tres cuerpos horizontales y tres secciones verticales o calles, donde se abren las tres portadas que se corresponden con las naves interiores. Las dos torres laterales forman parte del cuerpo de la fachada y se rematan frecuentemente por agujas o chapiteles. Por último, el gran rosetón calado, además de fuente de luz y color para el interior, supone un magnífico centro para la totalidad del conjunto.


Catedrales Góticas


Fuente: El Rincón del Vago (Usuario: Daniel)

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