jueves, 24 de septiembre de 2020

Especial Selectividad: Escultura Egipcia

La escultura egipcia es, lo mismo que la pintura, de tipo conceptual, los egipcios no pretenden una representación fiel de la realidad sino expresar una serie de conceptos, de ideas. Por otra parte, la técnica de trabajo de los escultores egipcios, basada en el uso de una cuadrícula  en la que cada parte del cuerpo tiene un lugar asignado de antemano, tampoco favorece el realismo sino que conduce a una representación estereotipada que se mantiene a lo largo de los siglos ya que los cánones y modelos se transmiten de padres a hijos. 

En el arte egipcio (relieve y pintura) aparecen toda una serie de convencionalismos de representación como son el frente-perfil (rostro de perfil pero ojo de frente, torso de frente y piernas de perfil), la ley de la frontalidad  (las figuras miran siempre al frente), el hieratismo o rigidez (sinónimo de sacralidad) y la  perspectiva (o proporción) jerárquica (el tamaño de las figuras depende de su importancia). Tan sólo en el arte privado se permiten algunos atisbos de realismo, en obras como el Escriba sentado. 

El arte oficial egipcio huye de lo concreto y pretende hacer imágenes intemporales. Es, como decía Gombrich, “Arte para la Eternidad”. Existen, sin embargo, períodos excepcionales como el de Amenofis IV–Akenaton en el que se hizo un arte más vivo y natural con retratos realistas como los del Faraón y su mujer Nefertiti.

 
Obras destacables de la Escultura Egipcia


Tríada de Mikerinos (Imperio Antiguo, IV dinastía, III milenio a.c) (Museo de El Cairo)

          Serie de altorrelieves procedentes del templo de Mikerinos en el conjunto de Gizeh, representan al Faraón flanqueado por la diosa Hator, con sus atributos tradicionales, los cuernos y el disco solar, y la diosa de cada uno de los  nomos o provincias de Egipto. Magnífico exponente del arte oficial del antiguo Egipto y representación del poder absoluto e inmutable de los faraones es, como diría Gombrich, "arte para la eternidad". La obra muestra un dominio total de concepto aunque el artista se aleje conscientemente de la realidad como puede apreciarse en el tratamiento de rodillas y tendones o en el esquema geométrico fijo que  aplica para representar ombligo y esternón en las tres figuras). 
El faraón aparece en posición avanzada con respecto al plano de fondo adelantando una pierna, con los brazos estirados y los puños cerrados pegados al cuerpo, una postura que tendrá gran éxito en el posterior arte egipcio, llegando sus ecos hasta la escultura griega de la época arcaica (Kuroi). La rigidez y el hieratismo de la figura se entienden como sinónimos de sacralidad, el artista trata de expresar el carácter sagrado del poder del Faraón y lo consigue por medio de la pose y de los atributos (tiara y barba postiza). No obstante, y a pesar de la rigidez,  las figuras de las diosas suponen un acercamiento, siquiera leve, a la realidad de la anatomía femenina, con la tenues túnicas que apenas ocultan su desnudez. Si las comparamos con las llamadas "venus paleolíticas", simples visiones sexuales de la mujer, el progreso es evidente.
La Tríada del Museo del Cairo pertenece a una serie de relieves prácticamente idénticos en los cuales aparece el faraón con Hator y la diosa de cada uno de los nomos de Egipto (se conservan los de Cinópolis y del perro negro (diosa del 7º nomo o provincia del Alto Egipto).


Escriba sentado (Imperio Antiguo, V dinastía, III milenio a.c.) (Museo del Louvre)

Estatuilla de caliza policromada (53 cm) que representa a un escriba sentado en el suelo en posición de escribir, atento a lo que se le dicta. La obra es un retrato funerario pero al pertenecer a la corriente del arte privado, menos sometido a los convencionalismos y al protocolo que el arte oficial, muestra una vivacidad y un naturalismo mayores que en los retratos de los faraones, rasgos que se ven favorecidos por la técnica ya que la policromía permite conseguir una mayor impresión de realismo. 
Sin embargo, la obra está compuesta siguiendo un esquema rígidamente axial -su forma es la de una pirámide- y la rigidez de la pose es común a la mayoría de la estatuaria egipcia (la técnica de trabajo de los artesanos egipcios, que parten de un canon basado en una cuadrícula en la que cada parte del cuerpo tiene un lugar asignado de antemano, hace inevitable este rasgo). Los retratos de escribas sentados son relativamente abundantes en el arte egipcio (hay otro de la misma época en el Museo de El Cairo) y siguen un modelo común. Su abundancia es testimonio de la importancia social de los escribas y de su orgullo profesional que les lleva, en el momento de la muerte, a hacer ostentación de su cargo y del estatus que éste les confiere.

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