martes, 15 de octubre de 2013

El gran arte cretense

Grande es, en verdad; tanto por su precocidad como por la calidad de sus consecuciones. En relación con los más antiguos indicios de la cultura que floreció en las Cicladas, pronto en este arte se acusaron características propias, y debido a ser la de los antiguos cretenses una raza navegadora, irradió intensamente a Chipre, dejó rastros suyos en la costa de Siria y en el arte fenicio, y gracias a las relaciones mercantiles de antiguo establecidas entre Creta y el Imperio egipcio, logró introducir en el país de los faraones sus productos artísticos, mientras recibía otros típicamente egipcios, tales como los pequeños escarabeos que, llevando los sellos de faraones de varias dinastías, han posibilitado, al ser hallados por Evans en la excavación de Cnosos, la datación de las distintas etapas de construcción de aquel palacio. Hay que aclarar, además, que la civilización cretense es la primera cultura antigua de tipo completamente europeo, y que originada y desarrollada a lo largo del período protohistórico calcolítico, inició, e impulsó grandemente, la navegación por las regiones occidentales del Mediterráneo.

Fue una civilización que se basó, políticamente, en la existencia de pequeños señoríos monárquicos, y que en el período de su plenitud nacional (entre los años 1700 y 1400) debió de adquirir la forma de una monarquía unitaria, con capitalidad en Cnosos, en cuya edificación palacial dejó sus mejores muestras.
Los iniciadores de la exploración arqueológica de Creta fueron los miembros de la misión italiana que excavó el palacio de Paestum, en situación dominante en la llanura de Mesara, en el sur de la isla. Este equipo exploró también las cuevas de Kamares, al pie del monte Ida, donde fue hallada una original cerámica pintada antigua.

Poco después, Evans, profesor en Oxford, con miembros de la Escuela inglesa de Atenas, comenzó a excavar en Cnosos. Otros centros importantes, por la calidad y abundancia de los hallazgos son: Gournia, localidad populosa; el palacio de Mallia, en la costa norte; Hagia Triada, en el sur, y más recientemente explorado, el yacimiento de Zakro, en el extremo este de la isla. Estos restos de núcleos de población o residencias, aunque cercanos al mar -como corresponde al carácter de potencia marítima, o "talasocracia" que Creta tuvo-, radican en lugares elevados, sin duda para dominar la visión de la costa, o mantenerse alejados de los peligros de una posible invasión.

Los palacios de Paestum y de Cnosos son las dos mayores realizaciones arquitectónicas que nos ha dejado la civilización cretense, y sus capas sucesivas (desde sus humildes comienzos neolíticos hasta las complicadas estructuras que ofrecen en su etapa final) nos ilustran respecto al progreso que había conseguido en Creta la construcción palacial y respecto al lujoso modo de vivir de las cortes cretenses.

Ambos conjuntos denotan, por sus planos, independencia de toda preocupación por seguir al edificar un eje axial, y se ofrecen, ya en sus primeros estados posneolíticos, como edificios orgánicos en cuya concepción se prescindió de un criterio de reparto simétrico de las dependencias.
En Cnosos habrá que detenerse en la planta del segundo palacio y en su brillante decoración pictórica realizada al fresco, según un procedimiento que preveía, a veces, el complemento de las pinturas con relieves figurativos a modo de estucos polícromos. Era un gran edificio monumental desprovisto (lo mismo que el del palacio de Paestum) de murallas, sin ningún género de defensa militar. Construido con piedras bien escuadradas, muestra el palacio de Cnosos, en sus sillares, representaciones relativamente frecuentes del símbolo de la doble hacha, y es posible que hubiese presidido su erección, no sólo la idea de edificar un palacio, sino la de consagrarlo a una divinidad (probablemente femenina) relacionada con aquella simbólica arma. Así el nombre de laberinto vendría de labrix o hacha. Además Evans encontró en una sala un trono de mármol, que pudo haber dado origen a la leyenda de Minos como juez implacable.

La planta del segundo palacio de Cnosos constituye un verdadero laberinto de espacios cerrados y corredores, y es difícil orientarse respecto al destino y a la correlación de sus numerosas cámaras y habitaciones. Algunas de las principales se hallan en situación dominante, y a través de un pórtico, o propileo, se llega a ellas por una bella escalinata angular decorada con breves columnas. Estas estancias se hallan repartidas alrededor de un gran patio de unos 50 metros de longitud. Se aprecia muy bien un largo corredor (que ha sido denominado "de las procesiones", por la pintura de un desfile de personajes, que lo decoró, y cuyos restos son aún visibles), y existe, además, una sala del trono (como en Paes-tum también la hay), con un majestuoso sitial de piedra colocado en lugar destacado, y bellos frescos con pintura de plantas de tallos erguidos y leones sedentes.

Rhyton de esteatita en forma de cabeza de toro (Museo de Heraklion, Creta).
El toro era un animal sagrado en la isla: la leyenda del Minotauro es la idealización de una realidad político-religiosa. Este objeto hallado en Cnosos, se utilizaba en las ceremonias religiosas. Es un bellísimo ejemplar, donde las aguas de la piedra semipreciosa son aprovechadas para apoyar la intención escultórica del artista. Los grandes cuernos de oro que coronan la testa formidable servían de asa o agarradero para la libación ritual de los oficiantes.

Esta sala da a una antecámara que comunica con el patio, y en el lado opuesto, a través de un verdadero vericueto de otros pasadizos, se llega a lo que se ha supuesto ser el tálamo de la reina, también decorado con pinturas, con su baño. Hay también, en el plano inferior, otro gran corredor donde se hallaron dispuestas en filas grandes tinajas; pero no se comprende cuál pudo ser el destino de muchas partes del complicado edificio, que tenía un pabellón a modo de mirador, dotado de pequeñas columnas o pilares. Parece como si en Cnosos hubiera habido especial empeño en emplear estos últimos elementos constructivos, que, al igual que la doble hacha o segur, figuran aisladamente y como objeto de un culto ritual en muchas gemas y pequeños sellos haliados en el transcurso de la excavación arqueológica. Se trata de un pilar o breve columna de fuste troncoconico puesto en sentido inverso, esto es, con la parte más ancha situada hacia arriba y coronada por un capitel compuesto de un estrecho anillo y una saliente moldura circular. Tal columnita debió revestir también el valor de un símbolo religioso.

Como se verá más adelante, el relieve que aún existe en la Puerta de los Leones, en las murallas de Micenas, demuestra que este símbolo formó también parte de la civilización micénica, y que allí esta especie de pilar, de indudable origen cretense, tuvo un alto significado simbólico, cuando los aqueos se hubieron apoderado de Creta. Ambos emblemas, el pilar y el hacha doble, se hallan representados repetidamente, en Creta, en pinturas al fresco, y en cuanto a la doble segur, figura en muchas vasijas, también con adornos florales, así como se halla figurada, repetida e instalada en lo alto de colum-nitas, y coronada por una figurita de pájaro, en la representación de una escena ritual, pintada en un sarcófago de entre 1500 y 1400 hallado en Hagia Triada, y que se conserva en el Museo de Heraklion. En éste se puede ver representado un santuario al aire libre del pilar y el hacha con palomas, y pilares que reverdecen al ser regados. Vierten el agua ritual unas rubias sacerdotisas, mientras una acolita morena toca la lira.

Debió tratarse, pues, de un culto practicado por jóvenes sacerdotisas, quizás en relación con alguna divinidad subterránea, porque algunas estatuitas de terracota cretenses, así como otras finamente labradas en marfil (sin duda figuritas votivas) reproducen la forma de tales esbeltas muchachas de grandes ojos abiertos, que, tocadas con mitras o birretes, aparecen mostrando serpientes enroscadas en sus manos. Tales jóvenes visten faldas acampanadas, con volantes, muy ceñidas, y llevan una especie de chaquetilla abierta, que, con coquetería, muestra los pechos desnudos del personaje.

Otro rito nacional de la Creta minoica comportaba un arriesgado ejercicio acrobático, o de tauromaquia, que consistía en el salto del toro bravo. Al embestir el animal (el toro mediterráneo, de grandes cuernos, como aparece bellamente representado de perfil, en una cabeza en relieve de estuco, o en una pequeña vasija, a modo de rhyton, labrada en esteatita, hallada también en Cnosos), el toreador, hombre o mujer, debía asirse a sus cuernos, y brincar dando una voltereta sobre el lomo de la bestia, para caer de pie, tras de su cola. ¿Cuál era el objeto de tal prueba? ¿Dar una muestra de agilidad y arrojo, o recibir -con la sensación de haber superado un peligro- una especie de purificadora iniciación?

Para los griegos, el Minotauro era ya un monstruo humano con cabeza de toro: Minos y el toro se habían amalgamado en una sola personalidad.Y las leyendas y las fábulas aclaran los monumentos, y a su vez los monumentos explican las leyendas. Actualmente se cree que Minos es un nombre genérico, un título, como el de Faraón; los griegos clásicos acaso ya lo sospechaban al decir que el "último" Minos murió en una expedición de conquista en Sicilia.
Es posible que la ambición excesiva del "último" Minos de dominar el Mediterráneo occidental ocasionara la caída de la dinastía cretense y diera oportunidad para su liberación a las ciudades de Grecia continental. Pero hasta el siglo XVI a.C, Grecia y las islas estaban sujetas a los monarcas de Creta, y éstos imponían contribuciones y entrega de rehenes a los tributarios. Alojados los rehenes como huéspedes reales en el Laberinto, tenían que aprender las "maneras" de Creta, especialmente el deporte semi-mítico del salto del toro. Esto aparece claro en la leyenda deTeseo y Ariadna.

Teseo, hijo del rey de Atenas, es uno de los muchachos rehenes que la ciudad tiene que enviar regularmente a Minos para que los "eduque" haciéndolos "pasar por el Minotauro". El joven ateniense es adiestrado por la princesa Ariadna, hija de Minos, con cuya ayuda sale victorioso de la prueba del Laberinto.

Emblema del rey Minos (palacio de Cnosos, Creta).
Este emblema tiene varias posibilidades de explicación: puede ser, desde luego, los cuernos del mítico Minotauro, divinidad solar y masculina, o los cuernos crecientes de la Luna, divinidad femenina, o la Doble Hacha -el labrix romano- horizontalmente partida. Lo más seguro, sin embargo, es que sea las tres cosas a un tiempo.


Después ambos se fugan. Ariadna sería como una de aquellas doncellas sacerdotisas del sarcófago de Hagia Triada o como una de las saltadoras del fresco de Cnosos. Teseo sería uno de los mancebos que tan a menudo encontramos representados en esculturas y frescos minoicos, boxeando o saltando, con cintura muy ceñida y un cuerpo ágil y esbelto. Acaso consideraban los cretenses que la superioridad física procedía más bien de la ligereza y el arte que de la fuerza y el armamento. Es posible que la preferencia que los griegos dieron siempre a la infantería fuera todavía estrategia cretense o minoica. El hoplita griego, descalzo y semidesnudo, logró dar buena cuenta del persa, cubierto de cuero y metal. La confirmación de que los deportes eran un elemento religioso de la cultura minoica se encuentra en la propia planta de los palacios de Creta.

Todos los servicios están alojados en construcciones alrededor de un inmenso patio rectangular. Debía de servir para las fiestas o ceremonias del salto del toro, porque hay gradas monumentales para espectadores. En los frescos de Cnosos está representado el público de las gradas de preferencia, formado exclusivamente de muchachas rubias de gala, con pequeñas chaquetas que dejan asomar los pechos. En lo alto, la galería aloja al público de tez morena, que significa que está compuesto únicamente de hombres. Por preparados que se esté en cuanto a leyendas y descubrimientos, aquella vista de la platea del fresco de Cnosos es más de lo que se podría esperar ver: un grupo numeroso de doncellas minoicas que comentan el espectáculo del Minotauro. Se ha dicho que son las primeras mujeres verdaderamente europeas que aparecen con cuerpo y alma; se ha lanzado hasta el epíteto de parisienses para calificarlas: tal es su aspecto coquetón y "mundano".
La representación de figuras masculinas no es tan abundante como la de mujeres, en todo lo conservado del período de apogeo del arte minoico; aunque, en verdad, uno de los más bellos frescos de Cnosos tiene como protagonista a una figura viril. Es el llamado fresco del príncipe, con la esbelta figura de un joven imberbe, tocado con gallardo penacho.

Otro famoso ejemplar de la refinada glíptica cretense es una pequeña vasija globular, a modo de arí-balo, labrada en esteatita, hallada en Hagia Triada. Lleva grabada en su panza, en relieve, una representación, muy realista y expresiva, de hombres que, en formación, marchan cantando. Ha sido definido como un "regreso de segadores", aunque tales supuestos "segadores" llevan, apoyadas en el hombro, unas picas terminadas en una especie de horca, arma bien conocida.

El lector habrá podido captar, de lo que se lleva explicado, la importancia adquirida, en el arte cretense, por la glíptica, la pequeña escultura y la pintura mural, ésta realizada en colores puros: azul, blanco, rojo, amarillo, con abundantes retoques posteriores a la verdadera capa de pintura al fresco. Todos estos aspectos revelan un arte sumamente rico, en su inventiva y sus realizaciones. Por su gran importancia destaca, en este orden de cosas, también la producción cerámica. Ya la antigua de Kama-res, modelada a mano (entre los años 1800 y 1700 a.C), cautiva por su elegancia. Las piezas que se ajustan a esta modalidad fueron halladas, no sólo en las cuevas situadas en la localidad de aquel nombre, sino también, en gran abundancia, en Paestum. Comprende mucha variedad de formas: picheles, fuentes cóncavas, y por los ricos diseños curvilíneos, que se desarrollan formando espirales, y por su colorido: blanco sobre fondo negruzco, con retoques de vivos matices, es una de las más impresionantes cerámicas que haya legado la antigüedad. Del segundo palacio de Cnosos (1700-1400) proviene otro tipo de cerámica de empaque más clásico, generalmente preciosos jarrones, y ánforas con pequeñas asas. Su decoración pintada, con temas vegetales o marinos es exquisita, generalmente sobre fondo por engobe, blanco o de tono claro. No menos importante, aunque no tan fastuosa, es la cerámica denominada de Gournia, con gran riqueza de formas globulares y hábil pintura de animales marinos. Así, con pocas excepciones, el arte prehelénico mi-noico, pacífico y urbano, aparece culto y civilizado.

Hay en él algo más que humano: un amor por los animales más humildes que es casi femenino, y una familiaridad cariñosa para las formas marinas, que es también femenina porque Venus es una "dama del mar". Detrás del trono de Minos, en el palacio de Cnosos, hay pintada una foca que aspira el aire salado. El símbolo del poder del monarca de Creta está representado ingeniosamente de ese modo, ya que la foca que se alimenta de peces es el rey del Mediterráneo oriental. En tiempo de Minos las focas no debían de ser allí tan escasas como son ahora, porque Hornero habla todavía de las focas que se posaban en las arenas de las bocas del Nilo.

Otras veces la alusión al poder de Minos se representa mediante el pulpo. En los vasos minoicos los pulpos extienden sus tentáculos y abren sus grandes ojos casi humanos. Pero al lado de estas alusiones al poder de Minos, vasos, placas de cerámica y frescos representan simples tallos, flores, animales humildes y domésticos.

La talasocracia o imperio marítimo de Creta fue sustituida por una hegemonía de los reyes de Micenas en la Grecia continental. En la Ilíada los cretenses iban, con su rey Idomeneo, a las órdenes de Agamenón de Micenas -el rey de reyes de los aqueos-, que dirigió la expedición contra Troya para rescatar a la esposa de su hermano Menelao, el rey de Esparta. La época más o menos legendaria de la guerra de Troya se fija generalmente alrededor de 1250 a.C; por lo tanto, la disminución de la importancia de Creta en la sociedad prehelénica y su sujeción a los monarcas de la Grecia continental debió de comenzar hacia el 1400. Efectivamente: dicha fecha es la que se atribuye para la destrucción e incendio del segundo palacio de Cnosos.

Cerámica del estilo de Kamares (Museo de Heraklion, Creta).
Sobre fondo negro, el blanco, el rojo vivo y el siena combinan sus espirales en un bellísimo juego de curvas.


Obras del arte Cretense


Fuente: Historiadelarte.us

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