Apolo y Dafne (Bernini) Compartir

Bernini esculpió, entre 1618 y 1625, con poco más de veinte años, cuatro esculturas para el cardenal Scipione Borghese. El nacimiento del genio es evidente al observarlas: Eneas y Anquises y el rapto de Proserpina son muestra de su virtuosismo manierista; el David se aleja ya de Miguel Ángel y más que exaltar al héroe, capta el momento en el que se produce la acción; Apolo y Dafne, iniciada antes que el David y terminada después es la plasmación máxima del instante y del movimiento.

Tema: Plasmación del mito de Apolo y Dafne, según el cual la ninfa se convirtió en laurel para escapar de la persecución del dios. Al pie de la escultura, el que seria papa Urbano VIII hizo inscribir en latín: “Quien, amante, persigue los placeres de la belleza fugaz llena sus manos de hojarasca o bien recoge frutos amargos”.

Composición: Apolo y Dafne parecen modelos de la antigüedad y están representados de acuerdo con los criterios de la idealización clásica. Sin embargo el movimiento que se desprende de la acción en que estan inmersos no puede ser más realista. Bernini fue el primer artista que se atrevió a plasmar el movimiento inherente a la propia metamorfosis y a la vez la fugacidad del instante.

No hay más que fijarse en la situleza psicológica de las expresiones de los personajes: Dafne se da la vuelta, aterrorizada porque acaba de sentir la mano de Apolo atrapándola finalmente, pero todavía no es consciente de su transformación en laurel. Apolo, por el contrario, muestra una expresión estupefacta porque sí percibe el cambio, a pesar de que su cuerpo mantiene la inercia de la persecución.

Aunque se trata de una escultura exenta, Bernini la diseñó para ser observada desde un punto de vista privilegiado. Esta concepción era eminentemente pictórica y se atenía al precedente renacentista según el cual una acción debe representarse desde una perspectiva única. Bernini nunca se rindió al bloque único y, siguiendo a los manierista, utilizó los bloques necesarios para que las figuras se integraran libremente en el entorno. Bernini también estaba interesado en el potencial dramático de la luz; así, trabajó los cuerpos puliendo unas superficies para que la luz las acariciara, y entretallando otras para que la luz se concentrara y subrayara la tensión emocional; su preocupación llegó hasta tal punto que ahueco alrededor de los ojos para crear el sutil efecto azulado de una ojera apenas insinuada. En ninguna otra escultura Bernini llevaría tan lejos su virtuosismo en el tratamiento de la piel y de las texturas. Las curvas que describen los cuerpos acaban confluyendo en la base rocosa de la que surge la corteza del árbol, que se alza considerablemente en el punto donde se ubica Dafne.

Contenido: El grupo de Apolo y Dafne se basa en un episodio de la Metamorfosis de Ovidio. Según la mitología clásica, la ninfa Dafne era la hija del dios del rio Peneo. Se consagró a Ártemis, diosa de la caza y como ella renunció a casarse. El dios Apolo al observarla, se enamoró apasionadamente y a pesar de ser rechazados sus requerimientos, la persiguió por el bosque. Dafne, acorralada, pidió ayuda a su padre, que la transformo en laurel (significado de Daphne en griego) en el preciso momento en que la divinidad la atrapaba. A partir de entonces, Apolo hizo del laurel su árbol sagrado.

Bernini, arquitecto, escenógrafo, pintor y dramaturgo… se sentía en primer lugar, escultor. Bernini consideraba que todos los elementos de una escultura eran complementarios. Así, combinó el punto de vista único renacentista, la captación del instante, la ruptura con las restricciones impuestas por el bloque de mármol, el realismo y el virtuosismo en la plasmación de la textura de la piel y de los ropajes. Pueden sumarse dos grandes dones: su capacidad para reflejar la emoción y el movimiento, que potencia dramáticamente a partir del magistral estudio de la luz.

Por Diccionario de Historia del Arte.

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